El pasado es un concepto extraño ¿no creen? Recordarlo puede traernos alegrías o pesares, satisfacciones o frustraciones, muchas veces recomiendan dejarlo atrás pues, dicen, te distrae del presente. Los historiadores y filósofos han comentado que el pasado nos enseña sobre lo sucedido y nos da perspectiva sobre el presente, de ahí la famosa frase de Baruch de Spinoza ‘Si no quieres repetir el pasado, estúdialo´.
Personalmente
es un concepto que veo digno de estudiar y me fascina cuando se presenta en películas
y se utiliza para enriquecer una historia. El pasado da el contexto sobre el
presente, el que sea congruente y esté bien enlazado, sobre todo en la ficción,
es de mucha importancia.
Eso es lo que
hace Alice Rohrwacher en su nueva cinta: La Chimera (2023). Conecta
el pasado y el presente a través de la excavación y el tráfico de arte,
aprovechando la narración para hacer una crítica a la propiedad privada
mientras nos habla sobre el amor, los anhelos, la vida y la muerte.
La película arranca con un primer plano de una joven hermosa y segundos después nos damos cuenta de que se trata del sueño de un joven. En cuestión de minutos la directora italiana nos pone en contexto con una naturalidad sorprendente. El joven es inglés y se llama Arthur, es un arqueólogo que va saliendo de la cárcel y por alguna razón no quiere saber nada de sus amigos. En esas pocas escenas notamos que es alguien de poca paciencia, con problemas de agresividad, pero también con un semblante triste y melancólico.
Rehúye de
sus amigos porque está molesto con ellos, pareciera que quiere alejarse de los problemas
y formar parte de ‘Los tombaroli’ lo mantiene en constante peligro. Traficar
arte es un delito en Italia mas no puede evitar hacerlo. Conforme avanza la
película veremos que, en el ejercicio de buscar y encontrar estos artilugios
que datan de siglos antes de cristo, Arthur vive esos momentos como una
experiencia casi divina.
‘La Chimera’
y el largometraje anterior de la directora, ‘Lazzaro Felice’ (2018), cuentan con
similitudes. En ambos proyectos los protagonistas tienen una especie de poder
sobrenatural y cuentan con una habilidad distintiva al resto: pueden apreciar
la belleza en el mundo. También en las dos se retratan las peculiaridades de la
personalidad italiana.
Por otro lado,
encontramos que Arthur en comparación a Lazzaro, es un ser humano resentido y
corruptible. En su personalidad predomina el desencanto por la vida, ese que
llega después de no superar las decepciones y las pérdidas inevitables que
vienen con los años. Es un poco irónico que en lo místico
de su habilidad, el conectar con el mundo de los muertos, pueda encontrar
alegría o un poco de sentido para su vida. Después entendemos que en ese ese
momento efímero puede sentir a Beniamina, su ex prometida - la mujer que vimos
al inicio de la película -, quien falleció no sabemos cuándo o cómo.
La falta de
información sobre Beniamina y su muerte, o desaparición, me pareció particular
y muy acertada. Todos sabemos o podemos imaginar el dolor de perder a un ser
querido. En este sentido, las pocas veces que se le menciona y el hecho de sólo
verla a través de los sueños de Arthur nos recuerda que el pasado es importante,
sin embargo, no tenemos otra opción más que concentrarnos en el presente, lo
cual le suma misticismo a la trama.
En esas
transacciones, personales y monetarias, es donde Rohrwacher expone pensamientos
sobre la propiedad privada, lo moral y lo inmoral.
¿A quién
pertenecen los objetos bajo tierra? Sobre todo, aquellos que fueron fabricados
hace siglos. ¿Al estado? ¿A todos? ¿A las almas de los muertos para las que se
hicieron? ¿Si fueron hechos solo para las almas que partieron, tenemos derecho
a desenterrarlas? ¿Estamos violando algo sagrado?
El filme, sin
defender una postura, logra mostrarnos diferentes puntos de vista. ‘Los
tombaroli’ se sienten con el derecho, para su conveniencia financiera, de tomar
estas reliquias y venderlas, al final es su tierra la que están excavando y
necesitan el dinero para vivir. Los italianos cercanos a la religión creen que
se están profanando tumbas y que estas acciones pueden condenar, con una
especie de maldición, a aquellos que están invadiendo el terreno de los muertos.
El estado asegura que son de su propiedad.
Cada uno
tiene sus razones, ya sea que estén guiadas por cuestiones personales, plasmadas
en leyes o sean fundamentadas en creencias religiosas.
Italia (Carol
Duarte), una joven un tanto torpe pero directa y carismática, tiene razones
religiosas para alejarse de Arthur cuando se entera cómo éste se gana la vida. Es
interesante que su relación romántica suponga, simbolizando un giro de ciento
ochenta grados, una especie de salvación para él. Ella siendo y representando el
presente abre la opción de otro estilo de vida, sería algo nuevo por conocer y una
posibilidad para disfrutar el ahora, mientras que aferrarse a Beniamina lo
mantendría en el camino de la insatisfacción y la tristeza, sin motivación para
un cambio.
De la
decisión que toma Arthur en el desenlace de la historia no hablaremos, pero sí
sobre los cambios del aspecto de radio. Alice Rohrwacher y Hélène Louvart, su
cinematógrafa de confianza, decidieron grabar en diferentes formatos para
acentuar el pasado, el presente y los sueños de Arthur. El uso de estos
recursos no sólo resalta esos momentos sino también la naturalidad y el encanto
que tiene la cinematografía de Louvart. Su retrato de Italia y los personajes
que conocemos se sienten cercanos y tocados por la fantasía existente en las
fábulas.
Las
actuaciones en la cinta son impecables. Josh O’Connor realiza una
interpretación singular y memorable. Arthur al principio resulta poco
agradable, conecta con la decepción y el sentimiento incómodo de sentirse
perdido, de no pertenecer, para después ganarse nuestra simpatía al reconocerlo
como un individuo que está pasando por un duelo. Incluso generando admiración en
la recta final, por su apreciación a la belleza.
Destaca la
presencia de Isabella Rossellini y Carol Duarte. La primera personifica a la
Señora Flora, madre de Beniamina. Como dijo Rorhwacher en una entrevista, es
una presencia extraordinaria. La segunda interpreta el papel de Italia y
desborda encanto y autenticidad.
Indudablemente Alice Rohrwacher se ha convertido en una de las directoras de cine más destacables del presente y viene a demostrar que, aun repitiendo algunos elementos, su trabajo tiene la sensibilidad para cautivar al público y ella misma cuenta con una delicadeza especial para filosofar de cualquier tema que le plazca mientras mezcla el romance y la comedia con destreza.
Italia, 2023
Dir. Alice Rohrwacher
Guion: Alice Rohrwacher, Camila Covino, Marco Pettenello
Reparto: Josh O’Connor, Carol Duarte, Isabella Rosellini, Alba Rohrwacher
Duración: 2h 10m

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