La novela negra está entre los géneros más vendidos y publicados año tras año, al igual que sus hermanos la novela policiaca y los thrillers. Me parece que, aún para aquellos que no somos fanáticos del género, resulta inescapable leer alguna novela de este género de vez en cuando. Se vuelven muy famosas y por lo general suelen ser adaptadas cinematográficamente. Y aunque he leído algunas que me han parecido muy entretenidas, para mí es terreno poco explorado. En su peculiar estructura, encuentro una artificialidad que me aleja de ellas.
Para mi suerte, en el club de lectura que tengo con mi novia y una de nuestras amigas, para la consigna del mes de febrero, nos tocaba elegir una novela donde la trama principal sucediera en un día. La elegida fue “A death at the party” de Amy Stuart, un thriller que hará que no vuelva a tocar una novela del estilo por un buen tiempo.
La novela inicia con Nadine, la protagonista, observando a un hombre que está muriendo en su sótano, durante una fiesta en la que ella es la anfitriona. Él súplica ayuda, pero ella lo ignora y lo deja morir para regresar a la fiesta. ¿Quién es ese hombre? ¿Por qué Nadine lo deja morir? Son las primeras preguntas que se abren en la historia. Acto seguido, en el siguiente capítulo, estamos en la mañana de ese día.
Capítulo a capítulo iremos conociendo a Nadine. Mientras hace todos los preparativos para el cumpleaños número sesenta de su madre Marilyn, nuestra protagonista desvela secretos familiares, ahonda en la extraña relación que tiene con su madre y nos introduce a un sinfín de personajes. La mayoría de los personajes que se nos presentan durante el transcurso de la historia son hombres y cada uno de ellos podría ser ese que Nadine asesina al inició del libro.
Esta horda de personajes, porque se siente así, vienen uno tras otro, resulta tediosa porque se nota que cada uno de ellos está para confundirnos, su existencia no tiene sentido en muchos de los casos y la información que conocemos de ellos es muy escasa como para diferenciarlos. Esto me hizo valorar más el trabajo de Agatha Christie en “Y no quedó ninguno” que con descripciones cortas forma personajes con más personalidad.
A las pocas páginas se abren subtramas, como el amorío de Nadine con uno de sus vecinos o el accidente de una amiga de la familia, que está grave en el hospital, sumándole dimensión a su historia. Descubrimos que tiene problemas con el consumo de medicamentos y de salud mental, dejando en claro que nuestra narradora podría no ser de confianza. Qué de lo que nos cuenta es verdad o mentira.
En “La mujer en la ventana” de A. J. Finn, la protagonista tiene problemas con el alcohol y su salud mental también está comprometida, tampoco se puede confiar en ella, pero hay una claridad en la trama que no se percibe en esta novela de Stuart. La cantidad de detalles te distraen del plot principal y crean la sensación de estar en un escenario inverosímil con un mal desarrollo.
Algo positivo es que no me aburrí, lo terminé rápido. Quería llegar al final para descubrir quién era el muerto, librarme del libro y poder empezar el siguiente.
Amy Stuart es más conocida por la trilogía Still: Still Mine, Still Water y Still Here. ‘A death at the party’ es su cuarta novela.
Reviewed by Marco Pérez
on
marzo 12, 2025
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